Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Hechos 3:2
Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Hechos 3:6
En días atrás leía, con un grupo de mujeres, sobre este capítulo 3 del libro de los Hechos de los Apóstoles. En innumerables ocaciones hemos escuchado que se habla de la famosa respuesta de Pedro, "mas no tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy". Un milagro poderoso que captura nuestros corazones pues este hombre había estado cojo desde su nacimiento.
Mientras leía sobre esta Palabra, meditaba específicamente en las áreas de mi vida que están "cojas". Y es que más allá de estar coja porque no pueda caminar debidamente o por alguna lesión u otra condición en mis piernas; poder ver esos segmentos "cojos" en mi interior que necesitan también un milagro y ese toque sanador que sólo Dios puede darnos. Esas áreas que a simple vista no las podemos ver; pero cuando nos encontramos cara a cara con Dios, definitivamente que saldrá a la luz eso que está tambaleando o desbalanceando nuestro interior.
Cada una de nosotras tiene una importante asignación y es el poder permitir que el Espíritu Santo nos evalúe, nos haga una radiografía, que nos escudriñe y nos pueda indicar todo aquello que está en desbalance. A la luz de Su presencia y de Su Palabra todo es revelado. Dice el Evangelio de Juan 1:4 "En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella".
Este varón desde su nacimiento había vivido en esta condición; pienso que jamás pasaría por su mente el hecho que dejara de ser cojo. Cada día que pasaba lo ponían allí, a la entrada de la puerta para pedir limosna. Me pregunto: ¿se acostumbraría a esto cada día? ¿pensaría que lo único que necesita su vida era oro o plata para vivir?
Por otro lado, ¿nos pasará a nosotros lo mismo? ¿Nos hemos acostumbrado a que nos carguen? ¿Nos conformaremos solamente con lo material para subsistir? Poderosas preguntas, que calan hondo en mi alma en este día.
Si de algo estoy segura, amiga que me lees, es que Jesucristo desea que nos acostumbremos a sus milagros, que nos acostumbremos a su obra sanadora y redentora. Dice Mateo 11:28: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar". Si sientes que tus cargas están haciendo que algo esté cojo en tu espíritu, ven a Jesús, pues es promesa que te dará descanso. Entrégale hoy toda área que esté tambaleando. Cada aspecto "cojo", no será curado ni con oro ni con plata; sino con el poder transformador y sanador de Jesús de Nazaret.
Puedo reflexionar si hay alguna área "coja" en mi vida como hija de Dios, como esposa, como madre, como hermana o como sierva del Altísimo.
Dice el verso 10 que este hombre suplicaba por limosna, así todos lo conocían. Así que tú, ¡hoy suplica tu milagro! Si tanto tiempo nos han visto suplicar por oro y por plata, cuánto más nos deben ver suplicar por esa petición que tanto anhelamos. ¡No ceses de suplicar!
En oración, clamor y súplica podemos unir cada área "coja" para darle forma a un poderoso y precioso testimonio que dará gloria y honra al Padre. Un testimonio tan impactante como este, que aún en nuestros tiempos sigue ministrando nuestras vidas.
Como oró Pedro de lo que tengo te doy; hoy yo te entrego: amor, esperanza, fe, gozo, perdón, hambre de Cristo, gracia, salvación y misericordia. Te entrego el poder de creer una vez más, el poder activar tus labios para seguir orando, el poder de abrir tu ojos a las maravillas que podemos encontrar en cada línea de su Palabra. Te entrego el poder conectarte nuevamente con tu Redentor, pues el sigue siendo Fiel.
Es mi anhelo que seas bendecida y sobre todo que nuestra fe y nuestras oraciones puedan ser tan grandes como la de la Iglesia de los Hechos de los Apóstoles.
Entrega todo lo que está "cojo" y verás cuán grande será tu bendición.
¡Prepárate para entrar al templo, andando, saltando y alabando a Dios!
Con amor,
Xiomy M.

!Quiero entrar por esa puerta! Bendiciones