Dos palabras con significados únicos.
Según la Real Academia de la Lengua misericordia es: Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenos. Sacrificio es: Ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación.
En el evangelio de Mateo 9:13, Jesús claramente hace cita al profeta Oseas cuando dice:“Misericordia quiero, no sacrificios” . ¡Qué poderosa enseñanza! El Hijo mismo indicándoles a su pueblo que ya había llegado un punto, donde ya el Padre no quería más sacrificios. ¡Sólo anhelaba misericordia entre sus hijos! Había llegado el punto donde Dios, quien todo lo conoce y lo contempla, veía desde su trono cómo se estaban presentando los sacrificios. La ley estaba sobrepasando el interior de cada uno de sus hijos. Esto, porque dentro de sus corazones no hallaba compasión o misericordia. Sólo se estaba llevando a cabo un acto que la ley de Moisés les enviaba, pero dentro de ellos y entre ellos los decretos de la ley sobrepasaban los actos de amor y compasión.
¡Qué triste es ver que hoy día pasa igual! Vivimos en nuestra actualidad bajo un nuevo pacto, una nueva alianza que fue firmada con la misma sangre de Jesús, el Cordero Inmolado. Sin embargo, muchas veces permitimos que la religión, que la denominación, que el orgullo, el miedo, la clase social o política, que el ministerio, la competencia, etc.; sea más fuerte que la misma compasión que el Padre anhela esté entre sus hijos. Y sin darnos cuenta, llega ese momento donde hay leyes que interponen la misericordia, Su misericordia.
En este capítulo 9 de Mateo, es como si estas palabras gritaran y saltaran. Imagino ese día cuando Jesús las verbalizaba. ¿Puedes imaginarlo a Él diciéndolas ahora mismo? Es un desafío a romper muchos paradigmas. Un desafío a ir tras las vidas que necesitan conocer de Su compasión, Su perdón y Su salvación. Un desafío para vestirnos de Su misericordia. Vestir nuestro interior.
Para salir y buscar al que necesita, sin importar donde resida, sin importar la situación que afronte, sin importar el lugar donde se encuentre. Jesús nos ha dado autoridad. En su paso por la tierra, Jesús llevó tanta y tanta misericordia, antes de juicio, llevó Su amor y compasión. En nuestra sociedad hoy día estamos blindados con tantas leyes impuestas por el hombre, ya no vivimos bajo el tiempo de la ley, gracias a Jesús caminamos bajo Su gracia. Muchas veces, aún conociendo de esta Gracia, interponemos la ley. Nos limitamos a hacer el "sacrificio" de ayunar, de congregarnos toda la semana, de orar, de irnos de retiro. El sacrificio mayor Jesús lo hizo cuando estuvo dispuesto a morir en el madero. Su amor fue más grande que el sacrificio que hizo. Su amor y compasión por el mundo fue más grande que la misma sangre que fue derramada de su cuerpo. Fue por amor y compasión para acercar a los hijos con el Padre. Él fue ese puente para llegar a Dios.
Pero hoy, yo me preguntó. ¿dónde está la compasión en ésto? Cada una de las cosas que menciono arriba, son nuestro deber como hijos de Dios. Sin embargo, cuando hablamos de compasión y misericordia, nos referimos al prójimo, no a nosotros. Pues ya Jesús ha mostrado su compasión con mi vida. Ese es el mensaje, cuando pienses que se trata de ti, detente un instante. Se trata del prójimo. En la medida que tú te encargas de Sus asuntos, Él se encargará de los tuyos.
Hay conductas que hacemos en nuestro presente que se asemejan a este tiempo de las Escrituras. Ofrecemos nuestro sacrificio, pero el interior sigue igual. Dentro de cada vida más allá del sacrificio de congregarse, diezmar, y ofrendar, sólo hay un corazón endurecido. Jesús fue claro en sus palabras, el sólo anhela que haya misericordia. Más allá de los ritos o los aspectos religiosos, Jesús nos hace una llamado para volvernos al comienzo; donde todo es por amor, en compasión.
Le pido hoy al Padre, en nombre de su hijo Jesús, que esta palabra sea como una radiografía en tu interior. Que podamos evaluarnos a la luz de la misericordia y la compasión que Jesús anhela mientras vamos cumpliendo con el propósito en cada uno de nuestros senderos. Así ha sido ha mi vida durante estos días, una palabra para reflexionar y moverme cada día más para agradar Su corazón de Padre.
Los sacrificios son para que el hombre que está a nuestro alrededor los vea, los respete y los admire, pero los actos de compasión sólo pueden ser vistos por Dios. Oro para que cada acción, obra y cada paso que demos sea en gran misericordia, sea una compasión pura, mucho mayor siempre que el sacrificio que haya que realizar.
Jesús anhela misericodia, mas no sacrificios...
Dios te bendiga. Con amor,
Xiomy M.

A Dios la Gloria! Me gozo